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Tue, February 09, 2010 / Producción de biocombustibles

La ampliación de las plantaciones de caña de azúcar y soya para cumplir las metas brasileñas en producción de etanol y biodiésel podría llevar a la destrucción de una parte de selva amazónica, equivalente a más de tres veces el territorio de Costa Rica.

Un estudio científico publicado ayer en Proceedings of the National Academy of Sciences consignó que el nivel de deforestación será tal que se necesitarían 250 años de utilización de biocombustibles para compensar la pérdida de los árboles.

Brasil tiene un ambicioso proyecto a diez años plazo para producir este tipo de combustible, que emite a la atmósfera muchos menos contaminantes que los tradicionales combustibles fósiles.

Eso implicará la ampliación de las zonas de producción de caña de azúcar (para el etanol) y soya (para biodiésel).

Debido a sus características, las zonas de producción idóneas para estas plantas se encuentran en lugares actualmente utilizados por la ganadería bovina.

En el caso de la caña de azúcar, por ejemplo, esos sitios son el sureste del país: Sao Paulo, Minas Gerais, Río de Janeiro y Paraná.

Los científicos explican que los ganaderos tendrán, entonces, que desplazarse a zonas que actualmente son selva, con la eventual deforestación para que los animales puedan pastar.

Pronóstico. Para lograr los objetivos brasileños de producción de etanol para el 2020, los investigadores pronostican que, en el caso de la caña de azúcar, habría que agregar 57.200 km cuadrados de superficie de explotación y, para la soya, hasta 108.100 km cuadrados. Unida, esa superficie equivale a más de tres veces el territorio de Costa Rica.

Según el estudio, el cambio en la utilización de la tierra empeorará, en realidad, el balance energético que se pretende mejorar con el uso de biocombustibles.

Los investigadores calculan que se necesitarían 250 años para volver a lograr el equilibrio entre el dióxido de carbono producido por la tala de la selva y las ventajas del uso del biocombustible.

En esta investigación trabajaron científicos de la Universidad Kassel, del Instituto Max Planck para Meteorología, de Hamburgo, y del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas en Nairobi, entre otros.

Fuente: http://www.nacion.com/ln_ee/2010/febrero/09/aldea2255840.html



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